Si 3C tuviera que elegir un equipo de futbol, seguro sería el St. Pauli. Ubicado en las barriadas pobres de Hamburgo, el Pauli entra a la cancha al ritmo de "Campanas del Infierno" de AC/DC; muchos lo identifican como el club de las prostitutas, los comunista, gays y defonsor de los inmigrantes. En su hinchada, proliferan las banderas de la diversidad, el Che o mensajes antifascistas. Reproducimos su historia a través del bloggero español Borja Barba.
FC St. Pauli, rebeldes del norte
Por Borja Barba @BorjaBarba
Hamburgo siempre ha destilado un cierto aroma
libertario, completamente ajeno a la tradicional rectitud y formalidad
alemanas. Con su importante puerto marítimo (el segundo más grande de
Europa tras el de Rotterdam), la ciudad hanseática siempre ha sido marco
del lógico ir y venir de barcos, marineros y personajes variopintos
venidos de cualquier parte del mundo, que han ido conformando
históricamente el carácter abierto y desenfadado de la ciudad. Además,
el intenso comercio marítimo ha sido a lo largo de los años una generosa
fuente de riqueza para Hamburgo y sus gentes, ayudando a construir una
ciudad elegante, moderna y cosmopolita como pocas en Alemania.
Pero paralelamente, y casi de espaldas a la versión “guapa” de Hamburgo, el distrito de
Sankt Pauli
ofrece una versión quizá más cruda y descarnada de las realidades de
una ciudad portuaria. Creado de la nada con el nacimiento del siglo XVII
para dar cobijo a todas aquellas gentes y actividades traídas o
generadas por el tráfico marítimo que no eran del gusto de la refinada
población de la urbe, Sankt Pauli fue modelando su propia personalidad
al margen de la ciudad que le había dado vida, casi a modo de gueto. Su
fama fue extendiéndose por todo el mundo, recibiendo miles y miles de
visitantes (algunos tan ilustres como los embrionarios The Beatles) y
dando lugar a uno de los distritos más inquietos y particulares del país
germano. Y así sigue hoy, cuatro siglos después, convertido en un
símbolo del desenfreno y la ausencia de normas. Como un oasis en la
cuadriculada Alemania.
Como
no podía ser de otra manera, un fiel reflejo de la particularidad de
este singular barrio lo encontramos en su equipo de fútbol, el
FC St. Pauli,
un caso sin igual en toda la vieja Europa. Fundado en 1910, el St.
Pauli nunca ha sido un equipo destacado en Alemania, y son contadas las
ocasiones en las que ha conseguido codearse con los grandes del país. La
curiosa y original camiseta marrón de los “piratas del Elba” sólo ha
sido defendida en siete ocasiones en la máxima categoría del fútbol
alemán, la última en la campaña 2001/02.
Pero no es por sus éxitos
o por su sala de trofeos por lo que el FC St. Pauli es un equipo tan
especial. Llenar tu estadio con más de 15.000 espectadores jugando en la
tercera categoría del país (
Regionalliga Nord) no es algo que
esté al alcance de cualquier club. El Millerntor-Stadion hace tiempo que
no presenta huecos de cemento en sus gradas. En su lugar, la fiel
hinchada del segundo equipo de Hamburgo abarrota un animado graderío,
que engalana con banderas piratas (adoptada por el club de manera
oficial) y símbolos antifascistas o de izquierdas, signos tan
distintivos del club como su propio escudo.
Guarida de prostitutas, reducto de movimientos
punk y
okupa,
hogar de los estibadores del puerto y morada de gente joven y de clase
trabajadora, la singularidad del distrito de Sankt Pauli queda bien
patente en su equipo de fútbol. Identificado con unos ideales más
propios del amateurismo que del fútbol profesional, el
FC St. Pauli se convirtió a partir de su primer y fugaz ingreso en la elite en 1977, en plena eclosión mundial del
punk,
en todo un símbolo cultural y social. No fue impedimento para que los
problemas financieros asolaran al modesto equipo hamburgués en la década
de los 80, obligándole a purgar sus carencias económicas en categorías
inferiores. Viviendo al día, con lo puesto. Como un integrante más de la
clase obrera a la que aglutina.
Pocos clubes en el mundo tienen
la claridad de ideas suficiente como para declararse pública y
abiertamente antifascistas, antiracistas, antisexistas y antihomófobos.
El FC St. Pauli y sus fans pasean sus ideales con orgullo. Pocos
estadios europeos acogen a un número tan elevado de mujeres en sus
gradas como el Millerntor, y juraría que ningún presidente de un club de
fútbol de primer nivel ha reconocido públicamente su homosexualidad.
Corny Littman,
cabeza visible del FC St. Pauli, defiende sin pudor, en un ambiente tan
hostil en ocasiones como el del fútbol, su condición sexual.
Con
este marco tan particular, casi antisistema, no es de extrañar que el
pasado año se celebrara en Sankt Pauli, con el club local como
anfitrión, la conocida como
FIFI Wild Cup, una suerte
de campeonato del mundo alternativo disputado al margen del Mundial de
la FIFA de Alemania, que enfrentó a los equipos de Groenlandia,
Zanzíbar, Gibraltar, Tíbet y la República Turca del Norte de Chipre,
además del organizador, “vestido” para la ocasión de República de Sankt
Pauli, aunque compitiendo bajo los colores y el escudo del popular club.
Una muestra más de las inquietudes socio-culturales de un club que va
más allá del mero deporte.
En la recientemente terminada
temporada, el FC St. Pauli ha conseguido el ascenso de categoría, por lo
que en la campaña 2007/08 podrá medirse a históricos rivales, como el
Fc Köln, el Borussia Mönchengladbach o el Kaiserslautern. Poniéndome en
la piel de estos, no sé qué me impresionaría más, si saltar al Allianz
Arena o al Olímpico de Berlín, o hacerlo al pequeño Millerntor con las
estruendosas campanadas iniciales del
“Hell’s Bells” de AC/DC como particular bienvenida.
Fuente: http://www.diariosdefutbol.com/2007/07/22/fc-st-pauli-rebeldes-del-norte-sankt/
Video entrada del equipo:
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Informe sobre el St. Pauli (un poco amarillista, pero da un pantallazo del equipo):
Click aquí